“Y de la noche a la mañana, tu amor se vistió de luto, tus palabras de cenizas, tus abrazos de distancia, tus promesas… En viento”
Qué más da el tiempo si con el amanecer desvanece entre tormentas y el ojo del huracán contempla el desierto culminado, tiembla el palpitar insensato dejando la huella de su amor entre otros océanos. Cuando el atardecer viste de ilusiones en la fantasía de vivir junto al viento, pintoresco refrán. Noches amargas, incertidumbre soñar en doloridos corazones estimados a ser las aguas besadas, festín devastadora, escrita entre tantos miedos y el caos en la oscuridad de los confines, sin sentido sopesar. Cuerdas en los hallazgos de la mera existencia y este latido que no cesa, que termina el ayer con los sollozos más desgarrados y perturbados. Que no sea el fin de nuestra condena, amante de mis suicidios.
Piedad arrebatada.
Me he despertado sin saber qué es un libro, una página abarrotada de insignificantes dibujos en perfecta línea cubierta. Sin saber amar al amor, siendo testigo del frío invierno y dejando gélidas las manos castigadas, vahos escalofriantes saliendo de mi boca cual volcán en explosión, una extorsión desengranada.
Incapaz de saber la historia distorsionada entre los hallazgos de las runas convertidas en cementerios de libros, historias y novelas cortadas por engendrados suicidas, cubriendo de mantos las rayuelas manchadas, tachadas y reflejos borrados por finas sombras acoradas.Dónde el fuego de la chimenea baila en círculos minuciosos la danza de la brasa, los ojos son poseídos por su bello dorado e flamante sueño resurgido, un tostado y tierno estiércol bañado de blancas praderas, juzgado por el tiempo destronado, cautivado por ese somnoliento y desconcertante despertar.
Mirada perdida en esa cúpula sedada de grisáceos, desconcertados e irreparables lágrimas, aún no te has ido y mi cuerpo se ha alejado de la realidad, prendida de tantas llamas que el fuego, que ya no es el mero relámpago, donde nacen las danzan las llamaradas en infinitos brazos para llegar a ese delirio ofuscado junto a los marchitados besos.
Te conocí en las calles de Barcelona, en ese invierno en el que fuiste mi refugio, donde las noches volaban, las conversaciones entre copas eran destellos de luces al verte. Mi juego de mujer libre empezó a irse con la primavera, las flores brotaron con las caricias y primeros rayos del dorado. En tu calor quise ahogarme en las noches de soledad mientras las luces de neón se perdían acompañadas de un atardecer morado en los bosques descarrilados… Tiempo para amar, tiempo de ser nuevamente tuya, tiempo de cerrar de despejar cortinas en las ventanas cristalizadas.
Permíteme morirme en tu mirada, una vez más y ser el testigo de nuestro amor ante cada escarchada lágrima. Destruida pluma, tinta arrojada…Candiles entre copos de vocablo escondido.
Quién soy yo si tu eres el deseo del que me quiero saciar sin piedad.
Tirupathamma Rakhi
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